Lectura “Formar en Lenguaje: apertura de caminos para
la interlocución” Estándares Básicos de competencias en Lenguaje. Páginas
18-20
.- Presentar a través de un organizador gráfico la
comprensión y organización de la
información planteada en el texto.
Formar en lenguaje:
El porqué de la formación en lenguaje*
Nadie se atrevería a dudar de la importancia que tiene el
desarrollo del lenguaje para la formación del individuo y la constitución de la
sociedad. Pero, ¿realmente se tiene claro por qué es tan importante ser
competente lingüísticamente para desempeñarse en la vida? Aquí se busca dar
respuesta a esta pregunta, señalando el papel que cumple el lenguaje en la vida
de las personas, como individuos y como miembros de un grupo social, lo que a
su vez permitirá exponer someramente cuál es la perspectiva conceptual que
fundamenta los Estándares Básicos de Competencias del Lenguaje.
Para empezar,
se hace necesario reconocer que el lenguaje es una de las capacidades que más
ha marcado el curso evolutivo de la especie humana. En efecto, gracias a él los
seres humanos han logrado crear un universo de significados que ha sido vital
para buscar respuestas al porqué de su existencia (tal es el valor que, por
ejemplo, poseen los mitos); interpretar el mundo y transformarlo conforme a sus
necesidades (así, la ciencia y la tecnología no podrían existir sin el uso de sistemas
simbólicos); construir nuevas realidades (¡qué tal los mundos soñados por
García Márquez o Julio Verne!); establecer acuerdos para poder convivir con sus
congéneres (piénsese, por ejemplo, en la Constitución Política de Colombia); y
expresar sus sentimientos a través de una carta de amor, una pintura o una
pieza de teatro.
El doble valor del lenguaje
Según lo anterior, el lenguaje se constituye en una
capacidad esencial del ser humano, la cual se caracteriza por poseer un doble
valor: uno, subjetivo, y otro, social, resultan[1]te de asumir al ser
humano desde una doble perspectiva: la individual y la social.
El lenguaje
tiene un valor subjetivo para el ser humano, como individuo, en tanto se
constituye en una herramienta cognitiva que le permite tomar posesión de la
realidad, en el sentido de que le brinda la posibilidad de diferenciar los
objetos entre sí, a la vez que diferenciarse frente a estos y frente a los
otros individuos que lo rodean, esto es, tomar conciencia de sí mismo. Este
valor subjetivo del lenguaje es de suma importancia para el individuo puesto
que, de una parte, le ofrece la posibilidad de afirmarse como persona, es
decir, constituirse en ser individual, definido por una serie de
características que lo identifican y lo hacen distinto de los demás y, de otra
parte, le permite conocer la realidad natural y socio-cultural de la que es
miembro y participar en procesos de construcción y transformación de ésta.
De acuerdo con lo expuesto, es claro que el lenguaje es la
capacidad humana por excelencia, que lleva al ser humano a apropiarse
conceptualmente de la realidad que lo circunda y ofrecer una representación de
esta conceptualización por medio de diversos sistemas simbólicos. Así, lo que
el individuo hace, gracias al lenguaje, consiste en relacionar un contenido (la
idea o concepto que construye de flor o de triángulo, por ejemplo) con una
forma (una palabra, un dibujo, una caracterización corporal)3 , con el fi n de
representar dicho contenido y así poder evocarlo, guardarlo en la memoria, Modificarlo
o manifestarlo cuando lo desee y requiera.
En este orden de ideas, ¡cuántas
formas ha creado el ser humano para relacionarlas con un sinnúmero de
contenidos! Así, relaciones de contenido y forma, que a su vez se afectan entre
sí, le han brindado a los seres humanos la posibilidad de construir un universo
conceptual que constituye la base de su pensamiento. Es a través de este
proceso como las personas clasifican las realidades existentes que hacen parte
de su mundo, pertenezcan éstas al ámbito natural o al cultural. Esto es, han
conformado una serie de categorías para identificar con la misma forma un
conjunto de cosas que comparten determinadas características; por ejemplo,
cuando pronuncian la palabra ‘flor’, están reuniendo aquellas características
comunes a todas las flores que les permiten agruparlas en una misma clase.
El
sistema lingüístico, además, interviene en la organización de otros procesos
cognitivos, entre ellos, la toma de conciencia de la acción que el individuo
ejerce sobre el mundo. Esta particularidad del lenguaje hace posible que el
individuo sea capaz de monitorear sus acciones y planificarlas de acuerdo con
los fines que se proponga. Por ejemplo, cuando hace un esquema, un mapa o
simplemente escribe unas ideas, está recurriendo al lenguaje para planear lo
que va a hacer antes de llevarlo a cabo.
Además de este valor subjetivo, el
lenguaje posee una valía social para el ser humano, en la perspectiva de ser
social, en la medida en que le permite establecer y mantener las relaciones
sociales con sus semejantes, esto es, le posibilita compartir expectativas,
deseos, creencias, valores, conocimientos y, así, construir espacios conjuntos
para su difusión y permanente transformación.
En cuanto a su valor social, el
lenguaje se torna, a través de sus diversas manifestaciones, en eje y sustento
de las relaciones sociales. Gracias a la lengua y la escritura, por ejemplo,
los individuos interactúan y entran en relación unos con otros con el fi n de
intercambiar significados, establecer acuerdos, sustentar puntos de vista,
dirimir diferencias, relatar acontecimientos, describir objetos. En fi n, estas
dos manifestaciones del lenguaje se constituyen en instrumentos por medio de
los cuales los individuos acceden a todos los ámbitos de la vida social y
cultural.
Según esto, se reconoce que la capacidad del lenguaje le brinda a los seres humanos la
posibilidad de comunicarse y compartir con los otros sus ideas, creencias, emociones y
sentimientos por medio de los distintos sistemas sígnicos que dicha capacidad permite
generar para cumplir con tal fi n. Así, a través de un proceso de acción intersubjetiva –es
decir, de intercambio de significados subjetivos–, los individuos participan en contextos
sociales particulares e interactúan con otros, compartiendo puntos de vista, intercambiando opiniones, llegando a consensos o reconociendo diferencias, construyendo conocimientos, creando arte, en fi n, propiciando una dinámica propia de la vida en comunidad
y construyendo el universo cultural que caracteriza a cada grupo humano.
De lo anterior se desprende que el valor social del lenguaje tiene que ver con el hecho de
que las relaciones sociales y la cohesión del grupo se sustentan por medio de éste, dado
que los diversos sistemas lingüísticos se constituyen en instrumentos a través de los cuales los individuos entran en interacción; así, las manifestaciones del lenguaje se constituyen en medios ideales para la relación social, para la comunicación entre los individuos.
En síntesis, resulta imprescindible reconocer que estos valores del lenguaje (subjetivo y
social) se encuentran íntimamente ligados y le otorgan un carácter transversal que influye
en la vida del individuo y de la sociedad. Por esta razón resulta inoficioso separar los planos
socio-cultural e individual, excepto cuando ello se hace para efectos de su estudio.
Diferentes manifestaciones del lenguaje
Consecuente con lo que se ha expuesto, en la propuesta que se presenta, se asume
una concepción amplia de lenguaje que comprende, por una parte, el lenguaje verbal
–que abarca a su vez las diferentes lenguas que existen– y, por otra parte, el lenguaje
no verbal, en el que se ubican los demás sistemas simbólicos creados por las comunidades humanas para conformar sentidos y para comunicarlos: la música, los gestos, la
escritura, la pintura, la escultura, entre otras opciones.
Como se ha planteado, el lenguaje es una capacidad humana que
permite, entre otras funciones, relacionar un contenido con una
forma, con el fi n de exteriorizar dicho contenido. Esta exteriorización puede manifestarse de diversos modos, bien sea de manera verbal, bien sea a través de gestos, grafías, música, formas,
colores... En consecuencia, la capacidad lingüística humana se
hace evidente a través de distintos sistemas sígnicos que podemos ubicar en dos grandes grupos: verbales y no verbales.
Por tanto, son las múltiples manifestaciones del lenguaje, y no solamente la lengua,
las que le brindan a las personas la posibilidad de apropiarse del entorno e intervenir
sobre la realidad social de formas muy ricas, diversas y complejas. Esto, como se verá
más adelante, tiene fuertes implicaciones en la manera como están estructurados los
Estándares Básicos de Competencias del Lenguaje